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Lo que nos motiva es descubrir y aprender sobre neuroeducación, psicopedagogía, salud cerebral, hábitos y toma de decisiones

ALGUNAS PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE NEUROCIENCIA

El cerebro es un órgano más del cuerpo, cuya misión no obstante es primordial para nosotros: su trabajo se centra por encima de todo en empujarnos a sobrevivir. Aunque está formado (como el corazón, los pulmones o el hígado) de sangre y tejidos que contienen, a su vez, células minúsculas, cuya organización es intrincada, el ensamblaje que estas células consiguen es complejo y único. De hecho, las células del cerebro interactúan entre sí y con otras del cuerpo de tal modo que consiguen resultados notables tales como la percepción, las decisiones, la acción, la conciencia, el pensamiento, los sueños y la imaginación. Además, el cerebro humano ha conseguido evolutivamente algo que nos diferencia como especie: ser capaces de sentir curiosidad e interrogarnos acerca de nosotros mismos. Gracias a esta curiosidad, ha sido posible el desarrollo y avance de las neurociencias.

Pese a que el término neurociencia es relativamente reciente (la asociación de neurocientíficos profesionales, Society for Neuroscience, fue fundada en 1970) el estudio del cerebro se remonta a los inicios de la propia actividad científica. El verdadero desarrollo de la neurociencia se inició cuando los científicos dedicados tradicionalmente a comprender el sistema nervioso, que lo estudiaban desde disciplinas científicas diferentes (como la medicina, la psicología o la biología) concluyeron que el mejor enfoque para desentrañar el funcionamiento de un sistema tan complejo debía ser necesariamente multidisciplinar, ya que requiere conocimientos sobre infinidad de hechos, desde la estructura de las moléculas de lo que conocemos hoy por neurotransmisores hasta las razones que subyacen al hecho de que los animales aprendan por condicionamiento, por poner solo un par de ejemplos.

Por ello, los científicos tienen claro actualmente que el objeto de estudio de la neurociencia, como disciplina, requiere de diferentes niveles de análisis, los cuales, en un orden de complejidad ascendente, son: molecular, celular, sistémico, conductual y cognitivo. Esta aproximación supone lo que se ha dado en llamar “enfoque reduccionista”, es decir, abordar un estudio de las partes antes que del todo.

Aún con todos los avances, ese complejo tan evolucionado de células, estructuras, sustancias químicas y electricidad que son el cerebro y el sistema nervioso sigue suscitando múltiples interrogantes, incluso los científicos piensan que no tenemos garantías de llegar a entenderlo por completo algún día. Pensar sobre el cerebro es pensar sobre aquello que nos hace seres pensantes, lo cual es un gran reto.

De cualquier forma, cuando se trata de conocimientos científicos, lo que se pretende es disponer de modelos que se aproximen suficientemente bien a una explicación de la realidad que observamos o intuimos, de manera que podamos extraer conclusiones, tomar decisiones y actuar de un modo razonablemente satisfactorio para resolver los problemas planteados. Dentro de este esquema se enmarca también la investigación acerca del cerebro, cuyo fin es desarrollar modelos que expliquen con suficiente fidelidad su funcionamiento. Y, en lo que respecta el descubrimiento de los mecanismos de la cognición y de las bases cerebrales de ésta, parece que está resultando bastante fructífero.

El término Neropsicología fue utilizado por primera vez por William Olsner en 1913, aunque se hizo popular realmente a partir de la publicación, en 1949, de la obra de Donald Hebb “The Organization of Behavior: A Neuropsychological Theory”

El enfoque inicial de la Neuropsicología fue localizacionista, caracterizado por la creación de modelos relacionados con zonas concretas del cerebro para intentar explicar el funcionamiento mental del ser humano En aquel entonces, Jean Martin Charcot –considerado el primer profesor de neurología del mundo y de la historia– introdujo el método clínicoanatómico. Este método consiste en encontrar relaciones entre una lesión anatómica concreta en el cerebro y las funciones que se afectan por dicha lesión. A Paul Broca, antropólogo y médico francés, se le atribuye el primer logro importante a este respecto, relacionado con la localización del lenguaje.

En un segundo período histórico de la neuropsiología, denominado asociacionista, se producen grandes críticas a los modelos localizacionistas, destacando John Hughlins Jackson, quien postulaba que las funciones cognitivas complejas no podían restringirse a ciertas regiones del cerebro, sino que su origen debía ser la actividad global y no divisible del encéfalo.

Alexander Luria (1902-1977) es considerado el padre de la neuropsicología moderna, dado que perfeccionó técnicas para estudiar el comportamiento humano tras lesiones cerebrales, creando baterías de pruebas neuropsicológicas para la atención, memoria, lenguaje, funciones ejecutivas, etc. Estableció tres sistemas en torno a la función cerebral: a) primer sistema que regula el tono, la vigilia, los niveles de consciencia y estados mentales; b) segundo sistema que recibe, analiza y almacena la información; c) tercer sistema que programa, regula y verifica la acciones.

En 1907, Aloise Alzheimer describió las características clínicas y patológicas de un caso de deterioro cognitivo y mental que comenzó a los cincuenta y un años de edad. Hoy en día tal deterioro afecta a un número creciente de población y, si bien aún no se han descubierto completamente sus claves, es ampliamente estudiado y tratado como la enfermedad de Alzheimer.

Donald Hebb (1904-1985) contribuyó a consolidar la Neuropsicología como una disciplina autónoma, gracias a sus aportes sobre valoración de lesiones cerebrales con escalas neuropsicológicas y sus estudios sobre la memoria y el aprendizaje mediante el fortalecimiento de las sinapsis neuronales y la creación de nuevas conexiones (Portellano, 2005).

La historia de la Neuropsicología, como vemos, nos aporta numerosos ejemplos para mostrar que estudiando cerebros lesionados podemos aprender mucho de cómo trabaja la compleja maquinaria cerebral. Esta forma de estudiar el cerebro se ha denominado neuropsicología experimental y su cometido se ha centrado en encontrar relaciones sólidas entre lesiones en lugares concretos del cerebro y perturbaciones en la conducta y en el procesamiento de la información .

Otra forma de estudiar el funcionamiento cerebral, más reciente en el tiempo, se centra en el estudio de cerebros sanos. A partir de 1980 surge un enfoque llamado neuropsicología cognitiva, basado en los modelos conexionistas de las computadoras, postulando que las funciones cerebrales humanas podían ser explicadas como procesamiento de información. Los trabajos del filósofo Jerry Fodor (1935-) han sido la base para esta línea de investigación, destacando las aportaciones de Ellis, Young, Warrington y Shallice Este tipo de modelos conceptualiza el funcionamiento del cerebro como un mecanismo que trabaja con información que recibe a través de los sentidos (imput), procesa esta información almacenándola en la memoria, opera con ella y plantea un modo de actuar (output). Inicialmente a estos modelos, provenientes de la psicología cognitiva, no les importaba tanto la maquinaria del ordenador (la fisiología cerebral) sino cómo trabaja el ordenador con programas determinados (funciones).

Después de que durante mucho tiempo se hayan mantenido como dos disciplinas separadas el estudio de la mente (Psicología) y el estudio del cerebro (Neurología), la Neuropsicología se configura como un campo de estudio de abordaje multidisciplinar con el objetivo de unificar el conocimiento sobre los procesos psicobiológicos y neurobiológicos. (Portellano)

Hoy en día hay consenso científico en que la Neuropsicología es la rama de la Psicología que se ocupa de la relación entre la función cerebral y la conducta, valiéndose para ello del examen del funcionamiento de pacientes con tipos específicos de daño cerebral, tanto como de personas sanas; en experimentos que prueban sus capacidades de aprendizaje y memoria, así como otras clases de funciones cognitivas (lenguaje, atención, inteligencia, etc.) Los resultados de estas pruebas tienen la posibilidad de ser utilizados para dirigir la rehabilitación de pacientes, pero también cumplen un propósito de investigación, por ejemplo sobre problemas conductuales, dificultades de aprendizaje, prevención de deterioros y vida saludable.

En el contexto del aprendizaje, la Neuropsicología juega un papel fundamental al investigar cómo el cerebro procesa y almacena la información que se adquiere a través de la experiencia y el conocimiento.
En este dominio, la Neuropsicología se ocupa de estudiar cómo el cerebro se adapta y cambia en respuesta a la experiencia y cómo los procesos cognitivos (tales como la atención, la memoria y las funciones ejecutivas superiores), emocionales, del lenguaje y la percepción, están relacionados con el aprendizaje.
La Neuropsicología también investiga cómo las lesiones cerebrales y las enfermedades pueden afectar la capacidad de aprendizaje y la memoria.
Los estudios en Neuropsicología han demostrado que el aprendizaje no solo implica la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, sino que también supone cambios en la estructura y función cerebral. Por ejemplo, se ha demostrado que la práctica repetitiva de una tarea puede llevar a cambios en la estructura del cerebro y a la formación de nuevas conexiones neuronales.

La Neuroeducación pretende ser un campo de investigación y trabajo interdisciplinario que combine la Neurociencia y la Educación con el objetivo de comprender mejor cómo el cerebro aprende en contextos educativos y cómo podemos utilizar esta información para mejorar la enseñanza y el aprendizaje.

La Neuroeducación puede ser una disciplina útil para aprovechar y retroalimentar la investigación en Neuropsicología, la cual se centra entre otros aspectos en establecer cómo los procesos cognitivos, perceptivos, del lenguaje y emocionales están relacionados con el aprendizaje. De la relación entre ambas podrán obtenerse hallazgos para informar la práctica educativa y entender cómo los ambientes de aprendizaje pueden ser diseñados para optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En este sentido, la Neuroeducación tiene a su alcance, por ejemplo, los conocimientos que se han obtenido en la Neurociencia sobre la plasticidad cerebral, la atención y la memoria, que pueden ser aplicados en la práctica educativa para mejorar la profundidad de la información aprendida y la capacidad de atención de los estudiantes.

La Neuroeducación también se enfoca en la enseñanza personalizada, en la que se consideran las necesidades individuales de cada estudiante y puede ser utilizada para mejorar la educación de personas con trastornos del aprendizaje o discapacidades.

Por lo tanto, la Neuroeducación es una disciplina emergente que trata de consolidar los conocimientos de la Neurociencia para mejorar la enseñanza y el aprendizaje, lo que puede resultar en una educación más efectiva y adaptada a las necesidades individuales de los alumnos.

El aprendizaje es una de las funciones principales del cerebro. Es más, todos los seres vivos están capacitados para aprender, de una u otra manera, ya que de ello depende la relación con el medio y, por tanto, la supervivencia. Entonces ¿qué sentido tiene aprender a desarrollar una función para la que ya venimos dotados por naturaleza? Pues comienza a tomar sentido desde el momento en que nos damos cuenta de que hay cosas que no aprendemos espontáneamente, sino que tenemos que hacer un esfuerzo dirigido al objetivo de aprenderlas.

Mientras que aprendizaje, en la mayor  amplitud del término, sería toda experiencia que generase un cambio duradero en nuestra memoria y  conducta; el aprendizaje significativo es aquel que tiene lugar en torno a un objetivo concreto. Desde este punto de vista, es el aprendizaje significativo lo que depende, entre otros factores, de nuestra voluntad; y por ello podemos aprender como incorporar a nuestro bagaje habilidades que redunden en un aprendizaje significativo. 

De hecho, entre los objetivos de la educación y la formación se halla conseguir modelar con eficacia un aprendizaje significativo; para ello el conocimiento del sustrato cerebral y psicológico relacionado con los procesos de enseñanza-aprendizaje puede ser de gran ayuda.

Los estilos de aprendizaje y las inteligencias múltiples son dos conceptos que se han utilizado en la educación con la pretrnsión de explicar cómo las personas aprenden de manera diferente.

Los estilos de aprendizaje se refieren a la idea de que cada individuo tiene una preferencia por ciertos métodos de enseñanza y aprendizaje, como visual, auditivo o kinestésico. Por lo tanto, desde esta concepción se sugiere que los profesores deben adaptar sus métodos de enseñanza para satisfacer las preferencias de aprendizaje de cada estudiante.

Por otro lado, las inteligencias múltiples se refieren a la idea de que existen diferentes tipos de inteligencia, como la lingüística, la lógico-matemática, la espacial, la musical, la corporal-kinestésica, la interpersonal e intrapersonal. Según esta concepción, cada persona tendría una combinación única de “inteligencias”, y sería importante identificarlas para adaptar los métodos de enseñanza y aprendizaje.

Sin embargo, ambos conceptos han sido invalidados por expertos debido a la falta de evidencia científica que los respalde así como de estudios válidos sobre su aplicabilidad; por lo que no podemos siquiera considerarlos teorías, ya que no llevan aparejado ningún constructo psicológico ni pedagógico sólido. Aunque parecen intuitivamente atractivos, no existen pruebas concretas que respalden la idea de que los estilos de aprendizaje o las inteligencias múltiples puedan tener un impacto significativo en el proceso de aprendizaje ni cómo podrían llegar a generalizarse en su aplicación práctica.

Además, algunos expertos han señalado que estos enfoques podrían ser perjudiciales en el sentido de que pueden llevar a la segregación en las escuelas y a la limitación de las oportunidades educativas para ciertos alumnos.

Por lo tanto, ni la Neuropsicología ni los trabajos sobre “neuroeducación” toman en cuenta como válidas estas concepciones; considerando más apropiado trabajar desde la evidencia. Es importante tener en cuenta que los alumnos, además de interactuar entre sí y formar grupos en el aula, son también personas únicas y cuyas diferentes necesidades de aprendizaje pueden ser mejor atendidas mediante una enseñanza personalizada.

La mayor parte de definiciones por parte de expertos la describen como una serie de habilidades cognitivas cognitivas que nos permiten resolver problemas y adaptarnos a los cambios eficazmente; entre estas capacidades destacan el razonamiento, la memoria de trabajo y las funciones ejecutivas. En este artículo respondemos las preguntas más frecuentes sobre inteligencia

Es posible entrenar las habilidades cognitivas que componen la inteligencia, como el razonamiento, la memoria de trabajo, la atención y la metacognición. Sin embargo, para estar en condiciones de evaluar los posibles avances, el programa de mejora debería ser seleccionado y aplicado por un profesional de modo individualizado, teniendo en cuenta el perfil de habilidades inicial de la persona. 

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Ana Barrantes

"Somos lo que hacemos día a día, de modo que la excelencia no es un don, sino un hábito"

Esta cita de Aristóteles refleja fielmente mi filosofía personal y profesional.
He cursado una amplia formación, principalmente en Magisterio, Psicología y Formación para Adultos.
Mi trabajo desde hace más de quince años es guiar a alumnos para conseguir un aprendizaje significativo y apoyarlos en sus dificultades específicas. Por el camino, aprendo de ellos y de la ciencia con el fin de mejorar continuamente.
El resultado, lo pongo a disposición por aquí en la confianza de que sea útil para otros profesionales, estudiantes y familias. Encontrarás siempre contenido 100% humano, fruto de una dedicación profesional rigurosa y apasionada.

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